Estos días ha sido noticia de telediarios los máximos en el precio de la electricidad. Si esas informaciones os pasaron desapercibidas, es posible que os deis cuenta cuando recibáis la factura de la luz.
También habréis oído que tanto la comisión encargada de la competencia (CNMC) o la fiscalía investigarán el caso por si hubo abusos por parte de las eléctricas. Y seguro que habréis escuchado a analistas desgranar las razones de estos máximos. Entre ellas, estarán el poco viento, las exportaciones a Francia, la subida del petróleo, la poca agua embalsada y, por supuesto, una alta demanda energética por la ola de frío. Sin embargo, pocos medios y, la mayoría minoritarios, apuntan al sistema con el que se fija el precio como la razón principal de esos máximos desmedidos.
Sin duda, todas las razones que mencionaba antes pueden afectar pero no generan automáticamente el resultado. Es como si dijera que una operación depende de los dos números que elijas (por ejemplo, el 2 y el 3). Efectivamente, pero también depende de si la operación: si es suma, da 5 y si es multiplicación, da 6.
El sistema en cuestión es una subasta, llamada “el pool”, con unas peculiaridades. Es un poco complejo explicarlo, por eso, hace unas semanas, decidimos jugar al pool para entender y aprender cómo funciona.
Habréis oído que en esta subasta funcionan las centrales con ofertas más baratas y que todos cobran el precio de la más cara en funcionar. Este sistema genera bastante controversia pero, quiero poner el énfasis en otro detalle: el precio que oferta cada central no tiene por qué ser su precio real de coste. No entran a funcionar las tecnologías más baratas sino las que ofertan más barato, para lo cual, es lógico que tengan en cuenta su coste, pero también los costes asociados a no funcionar o su capacidad de maximizar sus beneficios o los problemas.
Por ejemplo, si por alguna razón técnica tienes que funcionar obligatoriamente, podrías ofertar por debajo de tu coste (incluso a cero), asegurarte que estás entre las centrales que funcionan y confiar en que el precio resultante sea bueno. O, por el contrario, si puedes almacenar la energía, aunque tu coste sea ridículo, igual te interesa no funcionar a menos que paguen un precio alto ya que lo que no produzcas hoy, podrás ganarlo mañana. Esto podrías hacerlo si tienes una central hidráulica con un embalse.
A este último caso quería llegar (el de la central hidráulica con embalse). Imagínate que tienes previsión de un precio alto de la electricidad, tienes agua en el embalse (aunque no mucha) y que va a haber grandes nevadas. ¿Qué podrías hacer? Teniendo en cuenta que los embalses son una concesión en monopolio de un bien público (el agua de un río), si fueses un gestor con un cierto sentido público, a lo mejor podrías ofertar tu electricidad al pool a un precio bajo para intentar que el último precio sea el más bajo posible, teniendo en cuenta que próximamente, el embalse se va a llenar por las nevadas. O si tu gestión estuviese movida por la maximización de beneficios, podrías ofertar caro, de forma que si entras a funcionar, ganarás mucho dinero y, junto contigo, el resto de las centrales. Y si no funcionas, habrás contribuido a que haya menos energía a precio bajo y por lo tanto, probablemente, el resultado haya sido más caro. Esto es especialmente interesante si tu empresa, además de ser dueña de tu central hidráulica también es propietaria de centrales de gas que están muy necesitadas de horas de operación a buen precio.
Yo no digo que haya sucedido esto; lo serio es que puede hacerse y de forma legal, por mucho que lo investigue la fiscalía. Y estos y otros trucos pudimos aprenderlos después de haber jugado solo dos horas al pool… las eléctricas llevan jugando años.
(Si quieres que organicemos el juego del pool en tu asociación o colectivo, no dudes en ponerte en contacto con nosotros)
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