A continuación os incluimos una adaptación a artículo de la intervención de nuestro socio Daniel en la mesa redonda organizada por REAS durante la Cumbre Social por el Clima.

La Corriente somos una cooperativa madrileña de consumidores y consumidoras de energía renovable. Formamos parte de la Economía Social y Solidaria (ESS) de la región y apostamos por un modelo ambiental y socialmente más sostenible y participativo.

Como compañía eléctrica nos encontramos en un sector que está en el punto de mira de la transición ecológica. Si os fijáis, en ocasiones hasta se mezclan los términos: transición ecológica / transición energética. Como si fueran intercambiables. A veces, como si lo ecológico sufriera un proceso de simplificación quedándose únicamente en lo energético. Y a mí me preocupan estos procesos de simplificación.

Si prestamos atención a los medios de comunicación, nos hablan de una transición tecnológica por la cual tenemos que pasar de las tecnologías fósiles, sucias, a las renovables, limpias.

COP25Según esta lógica, en La Corriente, que ya comercializamos energía renovable ya hemos hecho los deberes. Pero también muchas otras empresas que lo hacen y no es necesario ser ESS. Lo que nos ofrecen es cambiar a energías limpias, así que contribuimos a la transición energética y, por lo tanto, a la transición ecológica. Aquí tenemos un procesos de simplificación.

No sé si conocéis la Paradoja de Jevons. Fue enunciada por el filósofo inglés William Stanley Jevons, se refiere a un “efecto rebote” y aplicada a la energía nos diría que la introducción de tecnologías con mayor eficiencia energética pueden, a la postre, aumentar el consumo total de energía. Y la razón es que son tecnologías más competitivas, aumentamos su uso y la reducción en el consumo de energía que conseguimos por la eficiencia queda anulada por el aumento del consumo debido a usar más esta tecnología.

Podemos cambiar la tecnología a una más eficiente, más renovable y con menos emisiones. Pero nuestra forma de valorar el progreso se basa en el ritmo de crecimiento; más desarrollo significa más consumo. El consumo como sistema.

Las tecnologías renovables no queman combustibles fósiles pero la fabricación e implantación de paneles solares, por ejemplo, requiere recursos y tiene impactos ambientales y sociales. Mucho menores que los fósiles, es cierto, pero los tiene. Si nos sigue regulando este modelo de consumo, el sistema económico buscará que compremos cada vez más paneles y más aerogeneradores. Buscará que consumamos cada vez más energía renovable para producir más bienes y servicios que también requieren recursos e implican impactos negativos ambientales y sociales. Menos impactos, por supuesto, porque hemos utilizado energías renovables pero apliquemos la paradoja de Jevons.

¿Es transición tecnológica? Sin duda ¿Transición energética? No lo tengo muy claro. ¿Transición ecológica? Desde luego que no. Aquí está la trampa del proceso de simplificación.

Tenemos que ir más allá de la mera transición tecnológica y llegar a una transición social y ecológica y ahí es donde tiene un papel fundamental la ESS, en general, y La Corriente en particular como comercializadora.

Todas las personas tenemos contratado el suministro eléctrico con una comercializadora. Apliquemos los principios de la ESS y tendremos una herramienta que trabaja por un modelo ambiental y socialmente más sostenible y apuesta por una gobernanza participativa.

Me gustaría destacar cuatro ideas asociadas a esos principios de la ESS:

El sector energético está especialmente masculinizado. El principio de equidad nos pondrá el foco para que trabajemos por la igualdad de género que tiene mucho más que ver con este sector de lo que probablemente os imagináis.

Una comercializadora eléctrica de la ESS buscará que consumas lo que necesites con la menor energía y no buscará venderte nuevas necesidades, porque nuestro objetivo no es el crecimiento, sino desarrollar una actividad económica que mejore nuestro entorno.

Cualquier sistema energético tiene su impacto social y ambiental. Y estamos hablando sobre cómo y dónde se implementa, con qué escala y, muy importante, cómo se decide y gestiona. Lo he mencionado antes: gobernanza más participativa. Y añado, sustentada en una consciencia socioecológica de nuestro entorno. Por eso es vital un compromiso local que la economía convencional no suele tener.

Y el último: cooperación frente a la competición. Como todas y todos tenemos contratado un suministro eléctrico, una comercializadora con los principios de la ESS es una herramienta poderosísima para establecer lazos de cooperación entre los colectivos del barrio y de ser red social local. Ya sea aprovechando una simple charla sobre la factura eléctrica o dentro de un proceso participativo de una comunidad energética de la que forma parte la tienda de la esquina, un supermercado cooperativo y nuestro vecino del quinto.

En definitiva, trabajar por una transformación en la que el foco no sea una economía del consumo sino una ecología de las personas.