Como punto de partida, diremos que una comercializadora es un intermediario que compra energía al por mayor y la vende a los consumidores finales (nosotros). Sin embargo, la cosa es un poco más complicada; para explicarlo, mejor que empecemos por describir el mercado eléctrico español.

Hasta finales de los noventa, las empresas eléctricas funcionaban como monopolios verticalmente integrados, es decir, dentro de la zona que cubría su red, realizaban todas las actividades necesarias para el suministro eléctrico y eran la única opción que tenían los consumidores conectados a dicha red.

Sin embargo, la liberalización del sector, que comenzó en 1997 con la Ley del Sector Eléctrico, separó el suministro eléctrico en cuatro actividades: la generación, el transporte, la distribución y la comercialización. El transporte y la distribución se consideran monopolios naturales, porque no tiene sentido tener varias redes en paralelo que realicen el mismo servicio (porque se duplicarían los costes de inversión), por lo tanto, no están abiertos a competencia y las compañías que las gestionan están sujetas a un régimen regulado de ingresos. La generación y la comercialización sí que están abiertas a competencia y se rigen, teóricamente, por las leyes de oferta y demanda.

Así, los consumidores fueron gradualmente incorporados al mercado libre de manera que ahora todos podemos elegir quién nos vende electricidad (pero no quién la transporta y la distribuye). Los siguientes párrafos explican brevemente cada actividad.

Los generadores convierten energía primaria (calor o movimiento) en energía eléctrica mediante las centrales térmicas (carbón, diesel, gas natural, uranio, biomasa, termosolar), o las centrales renovables (viento, agua, fotovoltaica). Los generadores vierten su energía a la red de transporte y la venden a las comercializadoras o clientes cualificados (grandes clientes) a través del mercado mayorista (también conocido como pool). El precio que sale de ese mercado, supone el coste variable de la energía.

El transportista se encarga de coordinar todo el sistema: recibe electricidad de los generadores y la entrega a los distribuidores. Para ello, cuenta con una red de transporte en alta tensión (440 y 220 kV) que cubre todo el territorio. Dado que la electricidad se mueve de manera casi instantánea, el transportista tiene que dedicar buena parte de sus recursos a mantener el equilibrio entre generación y demanda (algo muy complicado). En España, sólo hay un transportista, Red Eléctrica de España, sujeto a un régimen regulado, que cobra a los comercializadores un peaje por transportar la energía que estos necesitan.

Los distribuidores hacen una función análoga: reciben la energía del transportista, bajan la tensión mediante las subestaciones eléctricas, y la distribuyen a la industria y grandes clientes comerciales (en media tensión) y a los hogares (en baja tensión). También están sujetos a un régimen regulado y cobran un peaje a las comercializadoras por la energía distribuida. Son también los responsables de la instalación eléctrica de nuestras casas y se encargan de garantizar que nunca te vas a quedar sin suministro (algunas con más acierto que otras). Hay más de 300, pero 5 de ellas (Endesa Distribución, Iberdrola Distribución, Gas Natural Fenosa Distribución, Viesgo Distribución y EDP Distribución) cubren prácticamente todos los puntos de suministro del Estado.

Por último, tenemos las comercializadoras, que no participan en la gestión física de la electricidad, sino que se limitan a comprar al por mayor en el pool y luego venderla a los clientes finales. Se encargan de facturarnos la energía y de pagar a los generadores, al transportista y a los distribuidores (de manera que nuestra factura refleja todos los costes necesarios para el suministro eléctrico, otros muchos de corte político que también están incluidos, y los impuestos correspondientes).

Esta nueva configuración conlleva la separación de la gestión física y la gestión comercial de la electricidad: el que te vende electricidad, no se encarga de generarla ni de hacer que llegue a tu casa, es un operador financiero que compra a los generadores al por mayor y vende a los consumidores finales al por menor. Esta compraventa sucede en dos mercados: el mayorista, o pool, y el minorista (que no es un mercado propiamente dicho, sino que se compone de todos los acuerdos entre clientes finales y comercializadoras). El mercado minorista se divide en dos, a su vez, el mercado regulado (para consumidores domésticos con menos de 10 kW de potencia contratada) y el libre (para el resto y para todos lo que puedan optar al regulado pero no quieran hacerlo).

Por tanto, ¿cuál es el papel de una comercializadora? Actuar de intermediario con el resto de agentes para que nos suministren electricidad y encargarse de la facturación. A cambio, nos cobran un margen comercial y nos bombardean con ofertas de carácter dudoso.

¿Cómo interacciona con los consumidores?

Las comercializadoras obtienen la lectura del contador de los distribuidores y nos facturan esa energía al precio acordado. Este precio puede ser el Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (la antigua Tarifa de último Recurso, un precio regulado por el Ministerio de Industria) o una tarifa libremente acordada con la empresa (para quienes estén en el mercado libre).

¿Cuántas hay?

A 31 de diciembre de 2014, un total de 200 comercializadores diferentes a los comercializadores de referencia (COR) suministraron electricidad a consumidores: 186 comercializadores en el segmento doméstico, 186 en el segmento pymes y 107 en el segmento industrial.

¿Qué cuotas tienen?

A diciembre de 2014, los tres mayores grupos comercializadores del país aglutinan el 67% del volumen de energía suministrado en mercado libre. Endesa Energía continúa liderando el mercado libre en términos de energía con una cuota del 32% a 31 de diciembre en 2014, seguida de Iberdrola, con una cuota del 20% y de Gas Natural Fenosa con una cuota del 14%.